La urgencia de redefinir nuestro vínculo con la naturaleza
Todo está vivo, todo está vinculado: el agua, el aire, el suelo, los árboles, toda la magia del mundo y la naturaleza se realiza ante nuestros ojos.
Los árboles respiran y devuelven el agua del suelo a la atmósfera en forma de brumas; constituyen un manto que amortigua la violencia de las lluvias y protegen los suelos de la erosión; las selvas almacenan el carbono, son una de las piedras angulares del equilibrio climático; sus árboles albergan ¾ partes de la biodiversidad, es decir, todo lo que vive en la Tierra, Por su parte, los humedales, como los que forman el Sistema de Reservas Naturales Urbanas de Río Gallegos, ocupan el 6% de la superficie terrestre y son esenciales para la vida en el planeta. Son esponjas que regulan el flujo de las aguas.
La pandemia actual debe llevarnos a una profunda reflexión sobre nuestra relación con la naturaleza y cómo la extinción de hábitats y la deforestación están conectadas a problemas globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las enfermedades.
Escribe Marina Aizén en “Las nuevas pandemias del planeta devastado”, en la Revista Anfibia: “La aparición de esos raros virus nuevos, como el coronavirus COVID-19, no es otra cosa que el producto de la aniquilación de ecosistemas (…), arrasados para plantar monocultivos a escala industrial. También son fruto de la manipulación y tráfico de la vida silvestre, que en muchos casos está en peligro de extinción. Hace más o menos una década, los científicos vienen estudiando la relación entre la explosión de las enfermedades virales y la deforestación. Esto no se puede apreciar mientras una topadora avanza contra un monte cargado de vida, sino que se revela recién cuando empiezan a aparecer síntomas extraños en las personas, malestares que antes no se conocían. Este fenómeno está documentado en muchos países, que van desde el Sudeste asiático hasta América Latina, y cada uno tiene sus características, complejidades y dinámicas. Sin embargo, en el fondo se trata siempre de lo mismo: de cómo nuestra visión extractiva del mundo vivo está llevando a la humanidad a una encrucijada en la que pone en jaque a su propia existencia. Es algo que no se arregla con alcohol en gel”.
David Quammen, autor del libro “Spillover: Animal Infections And The Next Human Pandemic” (Derrame: Las infecciones animales y la próxima pandemia humana) sostiene que una enorme población humana, sumada a una enorme población de ganado, a la destrucción de los hábitats naturales y los ecosistemas alterados, da como resultado que hoy vivamos «una era de enfermedades zoonóticas emergentes». “Nosotros, agrega, somos tan abundantes y tan perturbadores en este planeta… Estamos talando los bosques tropicales. Nos estamos comiendo la vida silvestre. Cuando entras en un bosque y sacudes los árboles, literal y figuradamente, los virus se caen de ellos”.
Los aspectos señalados son botones de muestra del impacto humano en un entramado complejo que es la vida natural en el planeta. El 22 de abril se celebró el Día Mundial de la Tierra. Como organización dedicada a la conservación y a crear conciencia de nuestra responsabilidad individual y social en el cuidado de nuestra casa común, instamos a escuchar este llamado de la naturaleza para revertir nuestros hábitos de vida y consumos así como a proponer y exigir políticas públicas que permitan cambiar el actual paradigma ambiental. La Tierra tiene una increíble capacidad de regeneración si se lo permite. Los cielos despejados y los animales silvestres que vuelven a caminar por ciudades, las especies que se creían extinguidas y regresan, las aves migratorias que ocupan las playas que otrora abandonaron, nos lo están mostrando.
Tomamos las palabras de Maritella Svampa cuando afirma que es necesario abandonar el discurso bélico y asumir las causas ambientales de la pandemia, junto con las sanitarias, y colocarlas también en la agenda política. Esto nos ayudaría a prepararnos positivamente para responder al gran desafío de la humanidad, la crisis climática, y a pensar en un gran pacto ecosocial y económico.
Nosotros
Somos una asociación civil sin fines de lucro, creada en Marzo de 2007. La conformamos un grupo diverso de profesionales y amantes de la naturaleza con la misión de conservar y generar proyectos de educación ambiental con participación ciudadana en pos de la salud y el disfrute del ambiente local
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