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El cuidado de los nidos

Aves Playeras – Temporada reproductiva

En el mes que celebramos a las aves playeras hablaremos de la nidificación de estas especies que mayoritariamente suelen encontrarse cerca del agua, aunque algunas prefieren hábitats alejados de la costa. En Río Gallegos, es posible avistarlas en las planicies intermareales fangosas del estuario del río Gallegos y también en las lagunas de la ciudad, todas ellas áreas protegidas.

Las playeras suelen anidar sobre el suelo, lo que las convierte en vulnerables a los depredadores durante la época de cría. Por este motivo, muchas de las adaptaciones de los huevos y lugares de nidificación les permiten camuflarse con su entorno e incubar sus huevos sin ser vistas.
 

Los pichones de estas especies son nidífugos, es decir, abandonan el nido rápidamente para seguir a sus padres en busca de alimento. Ante el peligro, se esconden mientras los adultos tratan de disuadir a los posibles predadores alejándose de los pichones.

Compartiremos las características de algunas de las aves que nidifican en proximidades de la ciudad.

El Tero (Vanellus chilensis) es muy cuidadoso del nido y sus pichones. Realiza ceremonias de distracción que consisten en agacharse en distintos lugares lejos del nido y de los pichones o simula estar herido. A veces emprende vuelos rasantes sobre los extraños y, en poblaciones, se posa en los techos de construcciones.

Esta especie nidifica en el suelo en praderas, áreas rurales, parques y orillas de humedales. Construye un nido expuesto, poco elaborado, que consiste en una ligera excavación bordeada de palitos, pastos, tallos de yuyos y materias fecales de bovinos o equinos. Pone cuatro huevos de color pardo con manchas negruzcas que nacen entre 24 y 36 días. El Tero puede atacar a perros y otros animales cuando está con nido o pichones. Se lo ha visto enfrentar a vacas y ovejas que se aproximan al nido. Los pichones son depredados por los Caranchos y Chimangos. Los huevos suelen ser destruidos por personas y los pichones llevados como mascotas

El Chorlito doble collar (Charadrius falklandicus) nidifica en el suelo entre setiembre y noviembre, a orillas de lagunas en la estepa patagónica y, en el caso del estuario local, lo hace a lo largo de la costa.

El nido está expuesto y es rudimentario. Es una excavación en el suelo arenoso o salitroso, construido con guijarros y algunas ramitas, de manera poco elaborada y mimetizados perfectamente con el ambiente. De esta forma, los nidos y huevos quedan camuflados entre las pequeñas piedras de la costa.

Este Chorlito pone dos o tres huevos ovoidales o cónicos, de color pardo, ocre u ocre oscuro, con pintas y manchitas pardas oscuras y grises distribuidas por toda la superficie.

Las aves playeras suelen anidar en el suelo: en la foto, un pichón de Chorlito doble collar camina entre los pastizales costeros.

La Agachona chica (Thinocorus rumicivorus) tiene como área de cría la estepa patagónica. Anida en el suelo entre agosto y febrero, realizando varias puestas por temporada. Se reproduce en parejas solitarias y construye un nido rudimentario aprovechando una depresión en el suelo que rellena con algunas gramíneas. Lo sitúa cerca de alguna mata de pasto e incluso en suelo desprotegido.

Esta especie pone cuatro huevos de fondo grisáceo con pintas pardo rojizas. La incubación dura alrededor de 26 días y es llevada adelante por la hembra. Cuando ésta sale del nido, los cubre con pastos secos.

El cuidado de los nidos

Dada la vulnerabilidad de los nidos y pichones de estas especies de aves, es recomendable tener en cuenta algunos consejos que les acercamos para evitar la destrucción de nidos.

Cuando visites una Reserva Natural Urbana, es fundamental leer la cartelería de los sitios y no circular con mascotas sueltas; no salir de los senderos demarcados para los visitantes; si se avistan pichones deambulando, no tocarlos y mucho menos llevárselos, ya que aunque los padres no se vean, ellos siempre están cuidando a sus pichones; si tienen la suerte de encontrar un nido, no deben acercarse ni tocarlo ya que los humanos dejamos nuestro olor y podemos guiar a los depredadores hacia el nido; caminar siempre prestando atención de no pisar algún nido o pichón.

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