Un Festival de sentidos

Para adaptarse a los rigores ambientales, la vegetación se conforma principalmente de arbustos, gramíneas y hierbas, con hojas pequeñas que pueden poseer escamas, como la Mata verde, o ser espinosas como las del Neneo, para minimizar la pérdida de agua; hay especies con diferentes tipos de raíces, como las gramíneas que suelen ser superficiales para captar directamente el agua de lluvia o las de los arbustos, que son profundas y ramificadas, para extraer agua de las profundidades del suelo, y generalmente, son de tamaño pequeño.

La flora de la estepa es escasa, uniforme y poco llamativa, pero al contemplarla con todos los sentidos atentos, podemos descubrir: la variedad de colores de las flores, sobre todo amarillas, pero también blancas, naranjas, rojas, azules, lilas y rosadas; formas variadas como la flor de Amancay del desierto, similar a una estrella, o  Zapatito de la reina que semeja un zapato. Como parte del color característico de la estepa, también se observa la Mariposita, símil a una mariposa de color; otras especies son comestibles, como el Calafate.

Asimismo, la flora esteparia posee aromas característicos, que pueden venir de sus flores, o de sus resinas y aceites esenciales presentes en sus hojas y tallos. Estos aromas sirven para atraer polinizadores y como defensa natural contra insectos u otros organismos. En los días lluviosos o de sol, impregnan el aire de una maravillosa fragancia que, una vez que los descubrimos, no podemos dejar de sentirlos.